Me hinché de la nada...¿Por qué algunas personas no pueden consumir vegetales verdes?

Muchos acuden a ellas cada vez que inician una dieta para adelgazar. Otros les huyen porque, aseguran, les inflaman el intestino y les caen mal. 



Una de las principales características de los alimentos de hojas verdes es su bajo valor calórico, motivo por el cual son los más buscados a la hora de hacer una dieta. Esto se debe a que tienen entre un 3% y un 5% de hidratos de carbono y un alto contenido de agua. 


Pero además, son especialmente ricos en vitaminas, entre ellas el ácido fólico -tan importante para, por ejemplo, las embarazadas-, la vitamina B9, la vitamina C y otras del complejo B. También aportan fibras y ofrecen un elevado aporte de minerales como el magnesio, el potasio, el sodio y el hierro.

"Las verduras de hoja verde se caracterizan por su contenido en filoquinona, la fuente principal de vitamina K. Esta vitamina participa de manera directa en la coagulación de la sangre. Además, aportan fibras que regularizan el tránsito intestinal, sobre todo la parte de las pencas, que contienen fibra insoluble. Y son una gran fuente de antioxidantes que evitan el envejecimiento prematuro", explica la licenciada Natalia Amengual, nutricionista del Mercado Sabe La Tierra. Y agrega:

"Aportan sustancias anticancerígenas y clorofila, que es un protector y depurador hepático que estimula los glóbulos rojos y desintoxica el organismo".


Luz verde

¿Por qué las comemos cuando queremos adelgazar? 
Porque su alto contenido de fibra hace que provoquen más sensación de saciedad, debido a que son poco digeribles y se quedan por más tiempo en el estómago y en el intestino delgado, algunos tipos de fibra actúan absorbiendo agua, aumentando así el volumen una vez ingerido, lo que además de llenar más, estimula el tránsito intestinal y arrastra grasas, colesterol, toxinas y glucosa en exceso. 
Por su bajo valor energético porcentual (6 veces menos que la papa y casi 3 veces menos que la calabaza) son un comodín crucial para aportar volumen, sobre todo en su consumo crudo, con bajo aporte calórico.


Me hinché de nada

Sin embargo, así como tienen su costado bueno, también tienen uno que, para algunos, no lo es tanto, ya que aquello que por un lado ayuda a comer menos, por el otro les trae dolores de cabeza (¡y de panza!) a más de uno.
"Debido a su permanencia prolongada en el intestino y a la imposibilidad de digerirlas, pueden ser fermentadas a nivel del colon por bacterias que allí residen y, como consecuencia, se generan gases".

Por este motivo no son recomendables en personas con diarrea, gastritis o enfermedades intestinales. 
Quienes sufren de distensión abdominal o digestión lenta deben reducir su consumo o consumirlas cocidas, ya que su gran aporte de fibras insolubles puede empeorar el cuadro.

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